viernes, 12 de junio de 2009


Y ahora qué? Como siempre en las fechas en las que estoy más ocupado reflexiono sobre nuestro mundillo y las circunstancias, vivencias y demás factores que lo hacen grande y que lo hacen también un dilema en ocasiones. Pasan los baños, pasan los ratos, pasan los sustos, pasan las sensaciones, y siempre queremos más. Personalmente he optado, como muchos ya saben, por un rollo centrado en un surf de mejora y acompañado de momentos y de gente que me aporten cosas positivas ya que de nada sirve una buena sesión de surf si después no la compartes con nadie.

Una de las cosas que me gusta del mundo del surf, es que, como la vida misma, das con gente que lo ha dejado todo por las olas. A simple vista puede parecer descabellado o fruto del no tener nada que te retenga, pero ¿es esa la cuestión?¿ o dentro de ellos tienen todo lo que necesitan? Te parezca pobre o no una vida así es una realidad. Y real fue cuando conocí a Gonzalo, argentino de treinta y largos años que conocí a 100 kilómetros de Lisboa en una ocasión. De metro ochenta, larga rasta rubia, piel morena gastada por las largas horas de Sol, mirada convencida pero con atisbos de una cierta intranquilidad. Dejó su vida en Argentina y acabó en Portugal. Vive en una casita de madera recubierta de caña y bordeado por interminables laminas de brezo que hacían de su morada un pequeño paraíso. A pocos metros de la playa y acompañado de su novia la cual se gana la vida dando masajes.
Una vida así puede ser una utopía o con un futuro incierto que suela acabar mal...o no.
Así, tras una larga conversación en la orilla de una playa en la que veíamos cómo iban entrando las últimas olas del desmedido sweell que degustamos, ví como este tipo, con unos medios económicos casi nulos y con pocas opciones de futuro, desde el punto de vista que hoy se tiene de él, era feliz, denotaba una paz interior y felicidad que la transmitía con su forma de hablar, gestos, expresiones, reflexiones, mirada. Un sin fin de detalles que me sorprendió y que me demostró una faceta más del surf, que es conocida por todos sí, pero cuando la tocas de cerca, la ves, la escuchas, te recuerda que hay gente que su gran amor, su gran pasión le ha hecho dejar todo. Lo cual te puede parecer cruel o desproporcionado, pero lo que sí es que la ilusión le ha podido y le ha hecho dar un paso así. Un paso arriesgado, una apuesta, pero una apuesta con un claro convencimiento de que a la larga las cosas irán bien.
Le podrá salir bien o mal, eso el tiempo lo dirá, pero en su vida jamás se podrá decir que no hizo lo que quiso, que no siguió la vida que quería para sí, que se contentó con una vida predefinida.
La apuesta de este tipo es lo que pretendo recalcar. Cada uno apuesta por algo en su vida, y éste, apostó por el surf y por ahí andará. Actualmente no se dónde estará, ni cómo le irá, si estará mejor o peor, pero si algún dia vuelvo por allí ( espero que pronto) querré ver cómo ha ido la cosa además de agradecerle el regalo que nos dió, aquel secret en el que las olas que entraban eran para no parar de agradecérselo jamás.