lunes, 11 de enero de 2010

¡Carpeta!

El otro día mientras me empapaba del número 3 de la revista Serie Magazine, a parte de grandes y preciosas imágenes ( Yerbabuena...) me gustó mucho el artículo del bodyboarder Raúl Reguera. Un artículo lleno de coherencia y de sentimiento, que aunque suene un poco cursi por mi parte creo que llevó razón. Os lo dejo para que lo leais:

Y para ser sinceros, la Real Academia de la Lengua Española no miente con esta definición, lo que pasa es que aquí, en Cádiz, la gente tiene mucha guasa y rápidamente le saca punta a todo, ya nos conocemos. El cao es que hace unos 15 años aproximadamente, este término se introdujo en el mundo del Surf gaditano y todo tiene un porqué.
Como todos sabemos, y está bien reconocerlo, ser surfero es guay, o casi. Pero claro, ahora es fácil demostrarlo, mucha ropa de marca, el peladito, el moreno en pleno invierno y , sobre todo, los paseos interminables de ida y vuelta a la playa con las tablitas. Antes la cosa era diferente, éramos menos, la gente apenas se fijaba en las marcas o simplemente las desconocían y entonces, ¿Cómo demuestro yo mi "surferidad"? Y permítanme la expresión.
Aquí es donde entra en juego nuestra preciada carpeta. Típicamente cubierta con una cartulina color fúor, no olvidemos que el primer objetivo es impactar y no pasar desapercibidos y con al menos cinco o seis fotos de los pros americanos y australianos de la época: Tom Currem, Tom Carrol, Mike Steawart, Guilherme Tamega o Keith Sasaki, entre otros.




Lógicamente, y como en todo, aparecían los típicos personajes que se unían a la moda, sin haber surfeado nunca y con sus carpetas mejor decoradas y mucho más cuidadas que el resto. Lo importante no era ser surfero,era parecerlo. Recuerdo muchos de los grandes deportistas de esos años, que los más jóvenes veíamos como héroes: Manolo Pozas "el bori", Juan Pablo, Dani Tey, Jesús "el flequi", Jesús Orellana, "el pirri", Alejandro Jurado, etc., ellos no tenían no tenían carpeta ni falta que les hacía, cada día demostraban ( y algunos todavía) todo en el agua, días buenos y malos, soleados y lluviosos, para m´eran como los espartanos de 300, y en ellos nos fijábamos los más jóvenes para crecer.
Como podeis imaginar, "carpeta" (también se usaba "postura") se quedó como un insulto o una burla para aquellos que no pasaban de ser surfistas de secano. Una de las cualidades más importantes para ser un buen carpeta era por supuesto no reconocer que no surfeabas, importantísimo.
Este año en carnavales, dando un paseo por el centro, disfrutando del exelente ambiente que llenaba nuestras calles, me encontré con un chico que me dejó alucinado. Después de felicitarme por mis éxitos y de preguntarme varias veces por algunas personas que comúnmente conocemos, me contó que a él le encantaba el Bodybard, que alucinaba con este deporte, con el rollito de estar paseando por la playa con todo el ambientito con las marcas de ropa tan guapas. Me dijo que se había metido un par de veces al agua y de ahí pensé "uuuffff ¡otro carpeta!" pero justo en ese momento empezó a hablar de lo poco que les gustan las olas grandes, los revolcones, los sustos. Que amaba el rollito surfero o todo lo que gira a su alrededor, pero que temía al mar y a las olas. Mi teoría se desmontaba, era como un carpeta pero sincero ¿Cómo llamarlo? No tenía ni el más mínimo inconveniente en reconocer que lo guapo era bacilar en la murallita, pero el agua y las olas, mejor de lejos. Me dejó anonadado. Sin dura, su sinceridad superaba toda expectativa y rápidamente pasó de "Carpeta" a caballero, transparente como una gota de agua, puro total.
La verdad es que hace tiempo que no usamos el término carpeta en la playa, tal vez porque ya pasaron de moda las verdaderas carpetas de colores flúor, tal vez porque ahora se usan otras denominaciones, el caso es que era un término divertido, y además, si miramos dentro de cada uno, en un ámbito o en otro, todos llevamos un carpeta dentro, o casi.


Raúl Reguera.