martes, 26 de julio de 2011

reencuentros

Hace tres días me llevé una sorpresa muy emotiva. Fue de esas sensaciones que sin saber cómo te transportan al pasado. Siempre he dicho que no me gusta mirar atrás, no siento nostalgia por el pasado, las etapas y los días pasan y lo mejor siempre está por llegar. Pero en este caso fue inevitable retroceder en el tiempo y recordar aquellas sensaciones que dieron lugar a lo que desde hace muchos años es lo que más me gusta del mundo. Mi primera tabla... Primeros baños, primeras remadas...

Recuerdo perfectamente aquel día, yo tenía 7 años y en Sanlucar de Barrameda mis tíos me regalaron La que sin duda me daría muchos días de gloria y el motivo del constante deseo en mí de estar cerca del mar. Fue una sensación extraña pero inmensamente feliz, de repente de reojo me la encontré apoyada en la pared, recta y seria, con el paso de los años pero aún con ganas de más. En definitiva una sensación muy bonita. Quién me iba a decir a mí que después vendría tanto... y tan bueno.

Pasan los baños, las series, los atardeceres, las sensaciones, los momentos... el tiempo... tras el cual, con reencuentros como éste la sonrisa nostálgica es inevitable.